¿Comer carne es bueno o malo? Nutricionistas nos lo explican
El debate sobre si es bueno o malo comer carne para nuestra salud parece no tener fin. Hoy os queremos traer este post para dar nuestro punto de vista como dietistas-nutricionistas sobre las recomendaciones que se han hecho recientemente desde el Ministerio de consumo, en las que se instaba a la población general a reducir el consumo de carne.
Antes de empezar a leer este artículo, queremos dejar claro que solo vamos a tratar el tema desde un mero punto de vista nutricional, que es nuestro campo de trabajo y para el que estamos formados. No vamos a entrar a valorar aspectos económicos o de sostenibilidad, ya que no tenemos los conocimientos suficientes para valorarlos correctamente.
¡Vamos a ello!
¿Cuánta carne se consume en España?
Existen diferentes estudios que han evaluado el consumo de carne en nuestro país, poniendo de manifiesto la mayoría de los mismos que España es uno de los países con el mayor consumo de carne per cápita, rondando los 100 kg de carne al año.

En cuanto a los tipos de carnes más consumidas en nuestro país, podemos ver que el consumo de cerdo (carne roja) y pollo es predominante frente a otros animales.

¿Es la carne un grupo homogéneo?
La respuesta es no.

Parece ridículo englobar en el mismo concepto el consumo de carnes procesadas (salchichas con un 50% de carne, por ejemplo) y el de carnes magras sin procesar (un filete de pollo a la plancha), ya que no tienen el mismo impacto en la salud de la persona que las consume.
Nutricionalmente, ¿es bueno o malo comer carne?
El consumo de carnes magras como el pavo, el pollo o el conejo, es una de las principales fuentes de proteína en nuestra dieta, con el impacto positivo que esta tiene en la formación de masa muscular y en la saciedad.
Por otro lado, las carnes rojas (ternera, cerdo…) son una de las mejores fuentes de hierro que existen en el mercado, ya que aportan hierro tipo hemo, que es más biodisponible y que puede ser muy interesante en personas con déficit (anemia) o cuyos requerimientos se encuentren aumentados (en el caso de hemorragias, por ejemplo).
Por último, las carnes procesadas (embutidos, salchichas…) son nutricionalmente muy pobres, sus nutrientes van a depender del tipo de carne del que provengan y del porcentaje que tenga la misma en el producto final, que en la mayoría de los casos, es ridículo.
¿Qué dicen los estudios científicos sobre si la carne es buena o mala?
Como puntualizábamos anteriormente, es importante distinguir entre los diferentes tipos de carne para poder sacar conclusiones de los numerosos estudios científicos que hay con respecto a este tema.

En primer lugar, cuando hablamos de carnes magras (pollo, pavo o conejo), existen estudios que apuntan a una relación inversa entre el consumo de estos productos y la mortalidad total, así como con la aparición de problemas cardiovasculares.
Cuando hablamos del consumo de carne procesada, los estudios son claros: una mayor presencia de estos productos en la dieta aumenta la mortalidad, el riesgo de padecer cáncer y de padecer problemas cardiovasculares.
Además, hay estudios que han descubierto una relación entre una mayor probabilidad de sufrir depresión y el mayor consumo de carne roja y carne procesada, así como una mayor probabilidad de sufrir algunos tipos de cáncer como el cáncer gástrico, que se revertía cuando esta posible relación se evaluó con carnes magras.
¿Debemos desplazar la carne de nuestra dieta por ser buena o mala?
Aunque acabamos de leer que el consumo de carnes magras no se relaciona con parámetros negativos de salud, sí que se puede dar un caso que puede ser perjudicial para la misma: que el consumo de este tipo de alimentos desplace a otros de un alto valor nutricional que deben también estar presentes en nuestra alimentación: verduras, legumbres o frutas, por ejemplo.
Cuando nos referimos a desplazar un alimento, queremos decir que la presencia del mismo es tan grande en nuestra alimentación que puede hacer que disminuya la de otros.
Por poner un ejemplo, si consumimos carne (sea el tipo que sea) todos los días, se verá reducido el consumo de otros alimentos como pescado, legumbres o verduras, que sí que deberían tener presencia en nuestra dieta.
Existen estudios que han evaluado intercambiar el consumo de carne roja por el de otros alimentos, teniendo resultados bastante interesantes: por cada ración de carne roja que se reemplazó por legumbre o soja, se redujo el porcentaje de sufrir enfermedad coronaria un 17% y un 13%, respectivamente.
Entonces, ¿qué hacemos?
Nuestra recomendación como nutricionistas es siempre seguir una dieta variada que cubra todos los requerimientos nutricionales.
Existen alternativas a productos animales (carne o pescado, por ejemplo) que son completamente válidas y que pueden aportar los nutrientes que estas aportan.
Si decidimos consumir carne, debemos tener en cuenta que lo ideal es eliminar el consumo de carnes procesadas, que sí que se asocia con problemas cardiovasculares graves. La carne de elección deben ser magras como el pollo, el pavo o el conejo, y en menor medida, carnes rojas como el cerdo o el vacuno.
Es importantísimo controlar la ingesta de estos alimentos y que no se vaya de las manos, ya que un excesivo consumo de carne podría desplazar de nuestra alimentación otros productos que son necesarios para una buena salud.
Esperamos que esta entrada en nuestro blog os haya sido de ayuda y que haya resuelto cualquier duda que tuvierais con respecto a la polémica que se había formado recientemente. ¡Si tenéis alguna pregunta sobre este tema estaremos encantados de responderla!
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